España busca su momento de gloria

España busca su momento de gloria

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A principios del milenio, Francia, Alemania y el Reino Unido competían por estar a la vanguardia de la transición energética. Francia hacía alarde de su parque nuclear, que ya venía de larga data, mientras que Alemania y el Reino Unido empezaban a apostar por la energía eólica.
 
En los años transcurridos desde entonces, Francia no ha logrado aprovechar su base atómica con energías renovables, mientras que Alemania ha luchado por librarse del carbón y ha acumulado una dependencia insalubre del gas. El Reino Unido se ha estancado gracias a las prohibiciones de la energía eólica terrestre y los recortes en las políticas de renovación de viviendas. Otros países, como los Países Bajos y las naciones nórdicas, también han intentado liderar el camino, pero en ocasiones se han quedado cortos debido a sus propios fallos y deficiencias en las políticas ecológicas. Nadie ha logrado agarrar el toro climático por los cuernos. Hasta ahora, tal vez. España ha maniobrado lenta pero seguramente para ocupar una posición fuerte en la transición energética. La principal prueba de ello fue el anuncio de la semana pasada de que Teresa Ribera, una ministra del gobierno, estará a cargo de la campaña de descarbonización de la Comisión Europea.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ribera será vicepresidenta ejecutiva de la Comisión (si el Parlamento Europeo lo aprueba en las próximas semanas) y es posiblemente el nombramiento más importante de España en la UE desde que Manuel Marín ejerciera brevemente como presidente de la institución a fines de los años 90. Ribera no solo supervisará todo lo relacionado con el clima y la energía, sino que también estará a cargo del influyente departamento de competencia. Por primera vez, la tarea de aprobar y rechazar fusiones, investigar casos antimonopolio y evaluar decisiones sobre ayudas estatales estará firmemente integrada con las políticas verdes. Tiene mucho sentido, dada la cantidad de inversión que tendrá que canalizarse hacia la transición energética en los próximos años. Los dos aspectos del trabajo de Ribera tienen un sentido perfectamente coherente. Es probable que Ribera intente implementar la forma de pensar de España en toda Europa, ya que la nación ibérica está haciendo grandes avances en su planificación de energía limpia.
 
A principios de esta semana, el gobierno español aprobó una versión actualizada del plan climático y energético que regirá la formulación de políticas hasta 2030. Cada país de la UE tiene que presentar uno de estos planes para que la Comisión pueda asegurarse de que los objetivos sean alcanzables. La versión original de España decía que reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero en un 23% para 2030, pero en el plan actualizado que ahora ha adoptado el gobierno, esa cifra aumentó al 32%. El aumento está diseñado para ayudar a España a alcanzar una senda de cero emisiones netas. Para reducir el uso de combustibles fósiles pero satisfacer la demanda de energía, que se espera que crezca rápidamente en los próximos años, España intentará asegurarse de que casi la mitad de todo el uso de energía provenga de fuentes renovables. En el sector eléctrico en particular, la ambición es mayor: el 81% de los electrones deberán provenir del agua, el aire y los rayos del sol. Los objetivos de eficiencia energética se establecerán en el 43%. Se prevé que se invertirán más de 300.000 millones de euros en los próximos seis años y el gobierno español prevé que el PIB aumentará más del 3% durante ese tiempo y se crearán más de medio millón de puestos de trabajo. Muchos de esos puestos de trabajo podrían estar en la naciente industria de producción de hidrógeno de España, que también se ha visto impulsada en la nueva versión del plan energético. Para 2030, el gobierno quiere 12 gigavatios de producción de hidrógeno limpio en línea. El hidrógeno verde, que se produce utilizando electricidad renovable, se considera crucial para la descarbonización industrial, ya que puede reemplazar a los combustibles fósiles en procesos de fabricación que son difíciles de limpiar con electrones. La mayoría de los países europeos tienen como objetivo utilizar hidrógeno y unos pocos esperan producirlo por sí mismos, pero ninguno se ha establecido aún como el principal proveedor del mercado. En este aspecto, España pretende liderar el grupo. Ya se han anunciado grandes planes de subsidios para las empresas y ya se están planificando e incluso construyendo infraestructuras de transporte. Las ruedas están en movimiento. La ubicación geográfica del país en el borde de Europa es un arma de doble filo. Por un lado, no puede depender de una ubicación central como Alemania, pero por el otro tiene muchos puertos que podrían ser centros de exportación. El tiempo dirá si España puede seguir desarrollando energías renovables a un ritmo tan rápido, si los combustibles fósiles pueden reducirse a un ritmo aún más rápido y si las nuevas tecnologías como el hidrógeno pueden escalar económicamente. Afortunadamente para España, tendrá un defensor bien situado en la cima de la maquinaria de la UE para ayudarla a alcanzar sus objetivos.
 
 
 
 
 
 
Fuente: https://www.brusselstimes.com/1242928/spain-goes-after-its-moment-in-the-sun

 


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